Un estudio financiado por el Ministerio de Salud de la Nación halló vinculaciones directas entre casos de cáncer y malformaciones infantiles con la exposición a contaminantes ambientales.
El grupo multidisciplinario relevó seis pueblos de la pampa húmeda -Alcorta, Bigand, Carreras, Máximo Paz y Santa Teresa, en el sur santafesino- y encontró relaciones causales de casos de cáncer y malformaciones uro genitales masculinas entre los habitantes expuestos a factores de contaminación ambiental.
En los pueblos relevados se determinó que los casos de cáncer de testículos y gástricos en varones fueron tres veces más que la media nacional. Los cánceres de hígado fueron casi diez veces más y los de páncreas y pulmón, el doble de lo esperado. Los varones parecen haber sido los más afectados por esta enfermedad. En cuanto a malformaciones, se halló "una muy significativa incidencia al compararse con datos medios nacionales". Las más citadas: hipospadias (desembocadura de la uretra en la cara inferior del pene) y criptorquidias (testículos no descendidos).
El trabajo que comenzó hace cinco años "pudo establecer que en el 90 por ciento de los casos, las patologías estaban ligadas a fuentes fijas de contaminación ambiental o factores ambientales de riesgo que van desde un basural, pasando por los feed-lot, los transformadores con PCB, hasta los agroquímicos", según explicó Ricardo Biasatti, de Ecosur, una ong responsable del trabajo.
El estudio -preliminar pero que enciende una luz de alerta- fue llevado a cabo por profesionales del Centro de Investigaciones en Biodiversidad y Ambiente (Ecosur) del Hospital Italiano Garibaldi de Rosario, la UNR, el INTA, el Colegio de Ingenieros Agrónomos y la Federación Agraria Argentina.
En esta primera etapa se tomaron cinco localidades testigo: Alcorta, Bigand, Carreras, Máximo Paz y Santa Teresa, en el sur santafesino; y Pérez Millán, en el norte bonaerense. "Se escogieron con el criterio de que están en áreas altamente explotadas en los últimos 50 años, bajo aplicación intensa de clorados y fosforados dentro de diferentes actividades agroproductivas", explicó Susana Olego, de Mujeres Federadas Argentinas.
Por su parte, el ingeniero Alberto Gelín, presente en el estudio a partir del convenio entre FAA, AFA, INTA, CAFER, explicó la inquietud original. "La introducción de moléculas sintéticas (agroquímicos, bifenilos policlorados) en los ciclos materiales es una constante en esta región. Y el hombre que participa activamente en este proceso, se expone a estos agentes que inciden en su salud. Muchas de estas moléculas son sospechadas de riesgo; y dada su continua e intensa aplicación, se planteó evaluar la posible incidencia de ésto sobre la salud e la población rural del área". En conclusión, Gelín afirmó que "los resultados muestran en forma preliminar que existe una relación causal entre los factores de riesgo sospechados, y los casos detectados".
En tanto, el médico Alejandro Oliva, del Instituto Universitario Italiano de Rosario y director del proyecto, concluyó en esta primera etapa: "Confirmamos que la aparición de ciertas patologías en estos ambientes rurales supera -en muchos casos, ampliamente- las cifras medias esperadas para el resto del país".
El relevamiento indagó acerca de la composición familiar, datos sobre enfermedades más comunes padecidas en el grupo, malformaciones, cáncer y esterilidad. En el caso de los productores agropecuarios, se les preguntó sobre la superficie trabajada y la que trataba con insecticidas y herbicidas, sobre los producto usados, los elementos de protección, el tratamiento de los envases y asesoramiento técnico recibido.
El ingeniero Gelín, quien además preside el Colegio de Ingenieros Agrónomos, marcó la intensa aplicación de insecticidas organoclorados a partir de la llamada "revolución verde". Se fumigó por años con DDT, heptacloro, lindano y HCH, hasta que se prohibieron. "De 1960 a 1978 tuvieron amplia difusión los organoclorados y organofosforados como el Parathión. Del '78 al '94 la tendencia introdujo el monocrotofós, endosulfán y piretroides; y desde el '94 para acá, se aplicaron piretroides, endosulfán, clorpirifós y otros funguicidas. Sin olvidar la rotunda aparición del glifosato, de creciente aplicación", enumeró Gelín.
El especialista agregó que "en esta primera etapa estudiamos fuentes fijas de contaminación como basurales a cielo abierto que emiten dioxinas por la quema de la basura y llegan a varios kilómetros distancia, también tomamos los transformadores ubicándose en el plano del pueblo que pudieran haber tenido PCB. Pero también tomamos plantas de acopio de cereales por los tratamientos con plaguicidas, así como los depósitos de agroquímicos y los equipos de fumigación de aire y tierra. Y finalmente los feed-lot pueden llegar a dejar nitratos y nitritos en concentraciones importantes fruto del orín y la bosta de los animales, que se amontonan en este tipo de explotación ganadera".
"Esto es un informe preliminar, y sus resultados deben ser tomados con cautela, pero no dejar de valorarlos. En la segunda etapa ya se hará un relevamiento con mayor aproximación. Pero lo hecho vale para advertir que hay una relación entre la salud de la gente y los factores ambientales en nuestros pueblos. Y acaso algo tenga que ver este incremento de nuevas tecnologías y agroquímicos que requieren los cultivos transgénicos que vienen dominando la agricultura en las últimas dos décadas", advirtió Olego.
La infertilidad
Los trabajadores rurales de Entre Ríos y Santa Fe que estuvieron muchos años en contacto con agroquímicos tienen mayor posibilidad de sufrir infertilidad. Así lo determina un estudio de un médico argentino y dos franceses, publicado por una importante revista de divulgación científica inglesa. El trabajo, realizado sobre 225 hombres entre 1995 y 1998, determinó que hay una relación muy directa entre la exposición a pesticidas y solventes y la menor calidad seminal o espermática. Esta baja en la calidad del esperma se traduce en una reducción en el número, motilidad y formas normales de los espermatozoides. Con estas condiciones aumenta el riesgo de infertilidad masculina. Y, obviamente, disminuyen las probabilidades de lograr embarazos en sus parejas.
En los análisis hechos en la Argentina a los hombres que estuvieron expuestos a este tipo de agroquímicos aparecieron altas dosis de estradiol, la hormona femenina, y una disminución el nivel de testosterona, la hormona masculina. "Esta es una conclusión importante que demuestra que algunos pesticidas aumentan el nivel de hormonas femeninas en los hombres", había explicado en diálogo con el diario Clarín, el andrólogo Alejandro Oliva. El estudio es el primero de este tipo que se realiza en América Latina y surgió de la preocupación de este médico de 52 años, especialista en fertilidad y sexualidad masculina.
Tanto en el Hospital Italiano de Rosario como en el Centro de Urología de la ciudad de Santa Fe y en el Sanatorio Adventista de la provincia de Entre Ríos, el médico comenzó a atender pacientes preocupados por su infertilidad. En la mayoría de los casos, y después de la primera consulta, Oliva descartó que las causas fueran las que comúnmente se asocian a este tipo de patologías. Ya en esos años, a mediados de la década del `90, en los ambientes científicos se comenzaba a hablar de la relación entre el uso de los pesticidas y los problemas de fertilidad.
En 1996, en un congreso en Santa Marta (Colombia), Oliva presentó los casos. Y un grupo de científicos franceses se interesó en el tema. Así, logró el apoyo económico del gobierno de Francia y comenzó a trabajar con dos médicos de gran prestigio a nivel mundial: Luc Multigner y Alfred Spira. Las consecuencias de la exposición a agroquímicos aún no están indagadas a fondo. "Existe una hipótesis que indica que también pueden provocar problemas neurológicos", explica Oliva.
En esta primera etapa se tomaron cinco localidades testigo: Alcorta, Bigand, Carreras, Máximo Paz y Santa Teresa, en el sur santafesino; y Pérez Millán, en el norte bonaerense. "Se escogieron con el criterio de que están en áreas altamente explotadas en los últimos 50 años, bajo aplicación intensa de clorados y fosforados dentro de diferentes actividades agroproductivas", explicó Susana Olego, de Mujeres Federadas Argentinas.
Por su parte, el ingeniero Alberto Gelín, presente en el estudio a partir del convenio entre FAA, AFA, INTA, CAFER, explicó la inquietud original. "La introducción de moléculas sintéticas (agroquímicos, bifenilos policlorados) en los ciclos materiales es una constante en esta región. Y el hombre que participa activamente en este proceso, se expone a estos agentes que inciden en su salud. Muchas de estas moléculas son sospechadas de riesgo; y dada su continua e intensa aplicación, se planteó evaluar la posible incidencia de ésto sobre la salud e la población rural del área". En conclusión, Gelín afirmó que "los resultados muestran en forma preliminar que existe una relación causal entre los factores de riesgo sospechados, y los casos detectados".
En tanto, el médico Alejandro Oliva, del Instituto Universitario Italiano de Rosario y director del proyecto, concluyó en esta primera etapa: "Confirmamos que la aparición de ciertas patologías en estos ambientes rurales supera -en muchos casos, ampliamente- las cifras medias esperadas para el resto del país".
El relevamiento indagó acerca de la composición familiar, datos sobre enfermedades más comunes padecidas en el grupo, malformaciones, cáncer y esterilidad. En el caso de los productores agropecuarios, se les preguntó sobre la superficie trabajada y la que trataba con insecticidas y herbicidas, sobre los producto usados, los elementos de protección, el tratamiento de los envases y asesoramiento técnico recibido.
El ingeniero Gelín, quien además preside el Colegio de Ingenieros Agrónomos, marcó la intensa aplicación de insecticidas organoclorados a partir de la llamada "revolución verde". Se fumigó por años con DDT, heptacloro, lindano y HCH, hasta que se prohibieron. "De 1960 a 1978 tuvieron amplia difusión los organoclorados y organofosforados como el Parathión. Del '78 al '94 la tendencia introdujo el monocrotofós, endosulfán y piretroides; y desde el '94 para acá, se aplicaron piretroides, endosulfán, clorpirifós y otros funguicidas. Sin olvidar la rotunda aparición del glifosato, de creciente aplicación", enumeró Gelín.
El especialista agregó que "en esta primera etapa estudiamos fuentes fijas de contaminación como basurales a cielo abierto que emiten dioxinas por la quema de la basura y llegan a varios kilómetros distancia, también tomamos los transformadores ubicándose en el plano del pueblo que pudieran haber tenido PCB. Pero también tomamos plantas de acopio de cereales por los tratamientos con plaguicidas, así como los depósitos de agroquímicos y los equipos de fumigación de aire y tierra. Y finalmente los feed-lot pueden llegar a dejar nitratos y nitritos en concentraciones importantes fruto del orín y la bosta de los animales, que se amontonan en este tipo de explotación ganadera".
"Esto es un informe preliminar, y sus resultados deben ser tomados con cautela, pero no dejar de valorarlos. En la segunda etapa ya se hará un relevamiento con mayor aproximación. Pero lo hecho vale para advertir que hay una relación entre la salud de la gente y los factores ambientales en nuestros pueblos. Y acaso algo tenga que ver este incremento de nuevas tecnologías y agroquímicos que requieren los cultivos transgénicos que vienen dominando la agricultura en las últimas dos décadas", advirtió Olego.
La infertilidad
Los trabajadores rurales de Entre Ríos y Santa Fe que estuvieron muchos años en contacto con agroquímicos tienen mayor posibilidad de sufrir infertilidad. Así lo determina un estudio de un médico argentino y dos franceses, publicado por una importante revista de divulgación científica inglesa. El trabajo, realizado sobre 225 hombres entre 1995 y 1998, determinó que hay una relación muy directa entre la exposición a pesticidas y solventes y la menor calidad seminal o espermática. Esta baja en la calidad del esperma se traduce en una reducción en el número, motilidad y formas normales de los espermatozoides. Con estas condiciones aumenta el riesgo de infertilidad masculina. Y, obviamente, disminuyen las probabilidades de lograr embarazos en sus parejas.
En los análisis hechos en la Argentina a los hombres que estuvieron expuestos a este tipo de agroquímicos aparecieron altas dosis de estradiol, la hormona femenina, y una disminución el nivel de testosterona, la hormona masculina. "Esta es una conclusión importante que demuestra que algunos pesticidas aumentan el nivel de hormonas femeninas en los hombres", había explicado en diálogo con el diario Clarín, el andrólogo Alejandro Oliva. El estudio es el primero de este tipo que se realiza en América Latina y surgió de la preocupación de este médico de 52 años, especialista en fertilidad y sexualidad masculina.
Tanto en el Hospital Italiano de Rosario como en el Centro de Urología de la ciudad de Santa Fe y en el Sanatorio Adventista de la provincia de Entre Ríos, el médico comenzó a atender pacientes preocupados por su infertilidad. En la mayoría de los casos, y después de la primera consulta, Oliva descartó que las causas fueran las que comúnmente se asocian a este tipo de patologías. Ya en esos años, a mediados de la década del `90, en los ambientes científicos se comenzaba a hablar de la relación entre el uso de los pesticidas y los problemas de fertilidad.
En 1996, en un congreso en Santa Marta (Colombia), Oliva presentó los casos. Y un grupo de científicos franceses se interesó en el tema. Así, logró el apoyo económico del gobierno de Francia y comenzó a trabajar con dos médicos de gran prestigio a nivel mundial: Luc Multigner y Alfred Spira. Las consecuencias de la exposición a agroquímicos aún no están indagadas a fondo. "Existe una hipótesis que indica que también pueden provocar problemas neurológicos", explica Oliva.
[Fuente: Indymedia Argentina y Página 12, Mayo 2008]